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Copyright(C): Parroquia S.Juan y S.Andrés de Coin ( Málaga ) Fecha de inicio página el 15 de Febrero del 2009
Oraciones

VIA CRUCIS



Via Crucis para levantarse

 

 

 

VIACRUCIS PARA LEVANTARSE

Javier Leoz 2009

 

 

1 Estación: JESUS  CONDENADO A MUERTE

No siempre, las voces del mundo, llevan la razón. Y, en cambio, muchas veces actúan en contra de la verdad.

¿Qué es más fácil? ¿Condenar o dejar que nos condenen? Hoy, la autenticidad tiene un nombre: Jesús. Y, esa veracidad, en multitud de ocasiones y por variadas excusas es entregada a la muerte, al silencio.

Señor, pequé ten piedad y misericordia de nosotros pecadores

 

2 Estación: JESUS CARGA CON LA CRUZ

No es bueno soportar en solitario la cruz de cada día. Cuando se comparte y se reparte con el resto de los hermanos, ese peso, se hace más llevadero, menos doloroso.

Jesús carga con la cruz y, en ese madero, arrastra nuestras miserias, flaquezas, contradicciones.

¿Queremos ayudar al Salvador?

 

3 Estación: CAE, EL SEÑOR, POR PRIMERA VEZ

Jesús se desploma pero vuelve a levantarse. Sabe que, lo malo, no es  derrumbarse. Es consciente que el alzarse es un claro exponente de que Dios tira desde cielo: ¡ánimo, Hijo, yo te acompaño! Que las luchas y fatigas de cada día no nos impidan el superarnos. Que las batallas y los pequeños accidentes o fracasos, no nos hagan creer que, esas dificultades, son más grandes que nuestra fe para hacerles frente.

¿Quieres levantarte de aquello que te preocupa?

 

4 Estación: JESÚS, SE ENCUENTRA CON LA MADRE

La cruz nos trajo la redención. Pero, horas antes, en pleno silencio, cuando Jesús se debatía entre la muerte y la vida, entre la noche y el día, nos dejaba un gran regalo: MARIA.

A Ella, a la Madre, la hallamos en numerosas esquinas de nuestro vivir; en el llorar, en el gozar, en el sufrir.  No vamos solos en el vía crucis de cada día. María nos acompaña.

¿Sientes a la Virgen cerca de tus preocupaciones?

 

 

 

5 Estación: JESUS AYUDADO POR UN CIRINEO

Sobran cruces y hacen falta manos para transportarlas. Alguien dijo con cierta razón que, cada persona, poseemos nuestra ajustada cruz. Con su propio peso y con su oportuno color. Lo temeroso no es la cruz; lo triste es cuando, la cruz, la ha de sostener uno mismo. Sin más ayuda que las fuerzas de una persona. Sin más horizonte, que una valle sembrado de cruces y más cruces.

¿Quieres ser cirineo de alguna cruz excesivamente pesada?

 

6 Estación: LA VERONICA ENJUGA EL ROSTRO DE JESUS

No es lo mismo limpiar que acariciar. El rostro de Jesús fue limpiado y acariciado por una mano generosa: la verónica. No fue un simple lavado de imagen: la Verónica puso sus manos para que resplandeciera el rostro de aquel ajusticiado.

¿Qué hacemos nosotros? ¿Acariciamos o solamente limpiamos? El mundo, el hombre, la sociedad, la familia, los amigos….todos estamos necesitados de amor. Todos somos mendigos de cariño, de manos que nos hagan sentir que la humanidad todavía vive y renace en guiños de ternura y de misericordia.

¿Estás dispuesto a salir al encuentro de los que sufren?

 

 

7 Estación: CAE, EL SEÑOR, POR SEGUNDA VEZ

Aquel que descendió desde el cielo en la Noche de Navidad, cae de nuevo en la tierra por los pecados de la humanidad.

Aquel que fue anunciado por una estrella ante el asombro de reyes y pastores, es abatido por el peso de un cruel madero.

Es difícil consolar, y mantenerle en pie, al que cae y vuelve a caer. Todos tenemos experiencia de ello: ¡por qué tanto a mí! ¡Cuando me acompañará la buena suerte!

Miremos al Rey de Reyes, por segunda vez en el suelo, y comprenderemos que Dios se desmorona y vuelve a tocar el suelo, tantas veces cuanto lo hace  el hombre.

¿Cómo reacciono ante las contrariedades que salen a mi encuentro?

 

 

 

8 Estación: JESÚS HABLA A LAS HIJAS DE JERUSALEN

Hay palabras que dicen todo, y –en cambio- hay voces que suenan siempre a hueco. Las que Jesús dirigió a las mujeres de Jerusalén, eran sentimientos que salían del corazón: eran mensajes de consuelo y de esperanza, de futuro y de promesa, de garantía y de camino.

Aquel que, en calzada del calvario sufre tanto, todavía tiene espacio y pensamiento para los que –desde la orilla- miramos el cortejo.

Que, en mis contrariedades Señor, tenga la suficiente entereza para no olvidar las penas de los otros.

¿Pondremos palabras de esperanza aún teniendo el dolor en nuestro cuerpo?

 

 

 

9 Estación: CAE, EL SEÑOR,  POR TERCERA VEZ

No es grande quien permanece en pie; es fuerte y enérgico quien, cuando es abatido por la contrariedad, tiene la valentía de incorporarse y seguir hasta el final por sus ideales.

La entrega incondicional, tiene un precio. La sinceridad, no siempre es bien recibida por los poderosos. El servicio, cuántas veces es despreciado o ridiculizado.

Ahora, por tercera vez, el amor, la humildad, la paciencia, el perdón…..todo es arrojado, de nuevo,  al suelo.

Suele ocurrir: lo necio es ensalzado y lo noble arrinconado.

Que las caídas, las incomprensiones, no nos hagan alejarnos de aquellos valores que Jesucristo nos dejó a su paso.

¿Soy fuerte a la hora de defender mis convicciones religiosas en el camino de la vida?

 

 

 

 

10 Estación: EL SEÑOR DESPOJADO DE SUS VESTIDURAS

¿Qué le queda al Señor? Lo procuró todo por el hombre; fama, fuerzas, alegría; pan y peces multiplicados; salud a los enfermos; vida a los moribundos; certezas, a los débiles en la fe; ilusión, a su discipulado; agua viva a la Samaritana….¡cuánto no dio el Señor!

¿Qué herencia le queda al Señor? Lo fue regalando todo como quien sabía que, en el dar, estaba la gloria de Dios: luz, al que estaba extraviado; perdón al que se creía lejos para siempre de Dios; amor, al que hacía tiempo que lo había perdido.    

Ahora, en estas últimas horas, posee lo que a nosotros nos sobra al partir de esta tierra: sus vestidos.

¿Por qué tanto empeño en lo que adorna el cuerpo y tanto olvido en el aseo del alma?

 

 

 

 

 

 

11Estación: JESÚS CLAVADO EN LA CRUZ

No es suficiente el llanto de las mujeres. No basta el reguero de sangre por la calle hacia el Gólgota. La cruz espera. Esa cruz que ha sido compañera durante centenares de metros, también serán brazos que definitivamente ciñan al que tanto supo consolar, servir y amar.

Nunca, tanto amor, fue tan cruelmente tratado. Nunca, tanto perdón, fue tan injustamente ignorado.

Y nunca, desde la cruz, salieron tan bellas palabras de misericordia y de paz como las  que pronunció Jesús. El amor clavado responde con más amor derramado.

¿Vivimos con sobriedad y sencillez nuestra vida?

 

 

 

 

12 Estación: JESUS MUERE EN LA CRUZ

Es la hora de la verdad. Todo se ha consumado. Lo más querido por Dios deja de expirar en la tierra susurrando palabras de confianza: “Todo se ha cumplido”. El único Hijo de María, en lo más alto, sin posibilidad de que caiga su cabeza en el hombro de la Virgen, echa su último suspiro.

El velo se rasga en dos. La tiniebla se convierte en un inmenso paraguas que ya no deja ver ni la luz, ni Aquel que –hasta hace un momento- era todo luz.

Enmudecen los labios del hombre que tanto y tan bien habló.

Se paralizan las manos que bendijeron, abrazaron, consagraron y oraron

Deja de latir aquel corazón que no hizo otra cosa ni supo otra lección que la del amor

¿Soy consciente que, mientras vivo, he de proclamar los valores del Reino?

 

 

13 Estación: Jesús en los brazos de la Madre

Yo también quisiera, en este momento Señor, estar al lado de tu Madre. Y, abriendo mis brazos débiles y cobardes, acoger tu cuerpo que cae derrotado desde la cruz.

Horas de misterio y de emoción contenida: Cristo en los brazos de Aquella, que siendo pequeño, los meció con el mismo amor. Entonces llegaba un Niño, hoy…lo recoge triturado por el odio.

Horas de pasión y llanto: Jesús, muerto y humillado, bajo la mirada de una Virgen en la que se clava, ahora más que nunca, la espada del dolor y de la traición humana.

Horas de intimidad, soledad y cariño: es la Madre. La única que tiene derecho a este momento. La única que estuvo en la soledad de su Nacimiento, y la única que –con Juan- permanece fiel e Inmaculada fundiéndose con el cuerpo de Cristo.

¿Soy consciente de que soy miembro del Cuerpo de Cristo? ¿Lo cuido? ¿Hago algo por El?

 

 

14. Estación: Jesús es sepultado

En el sepulcro entra Jesús y,el hombre, se queda fuera. En la oscuridad es depositado el Señor y, el hombre, cree, en el exterior, haber encontrado  la definitiva luz.

¡Descansa, Señor! Coge fuerzas de lo alto. Recupera el esplendor y la gloria que Dios te ha prometido. Porque, ni Tú te quedarás en el sepulcro para siempre, ni nosotros estamos en una vida feliz.

Descansa, Señor. Vuelve pronto. Porque, desde ahora te digo, que el lugar que Tú has dejado en esa cruz quiero ocuparlo yo mismo.

Descansa, Señor. Duerme y regresa glorificado. Y sobre todo, Señor, haz que nunca olvide el gran precio que pagaste por mi redención. Por la redención de toda humanidad.

¿Doy gracias a Dios por el gran regalo que me ha hecho de la vida eterna?

 

 

15. Estación: Jesús resucitado

Que se rompa la losa que creía ser punto y final, última palabra sobre la muerte

Que, allá en un rincón, se enreden para siempre aquellas vendas que, tal vez,

creyeron atenazar al varón de dolores. Al justo entre los justos. Al que anunció tantas veces “volveré”.

Sí; que luzca de nuevo el sol ante el SOL que amanece de una vez para siempre

Sí; que el Gólgota recupere un poco el bullicio de la alegría pascual.

Que cesen los llantos y regresen los amigos que marcharon tristes y desencantados

¡Ha resucitado! ¡Ha resucitado el Señor!

No hay muerte. En el campo de batalla, allá al fondo, viene el Señor de la victoria.

El que siendo de tan alta estirpe no dudo en codearse tres días con la muerte.

¡Ha resucitado! ¡Aleluya! ¡Aleluya!

¿Somos pregoneros de la alegría de la Pascua?

 

 

 

 

 

 

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