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Copyright(C): Parroquia S.Juan y S.Andrés de Coin ( Málaga ) Fecha de inicio página el 15 de Febrero del 2009
Pascua y Cuaresma

 
Lectio Divina Pascua





Te invitamos a realizar con nosotros el VIA LUCIS para que todos juntos celebremos la victoria de Cristo sobre la muerte, con la resurreccion de nuestro Señor Jesus se fortalecen nuestros corazones nuestra fe.
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Via Lucis




DECÁLOGO ANTE LA PASCUA

Por Javier Leoz

1.- Agárrate fuertemente a la vida. No dejes que nada ni nadie te diga que no merece la pena hacer algo por la dignidad de los demás. Jesucristo nos precedió en ese afán: “lo que hagáis a cada uno de estos mis humildes servidores a mí me lo hacéis”

2.- Sal al encuentro de aquellos que más te puedan necesitar. Si Dios se rebajó en la noche de Navidad y, nuevamente, se humilló en una cruz alzada en Viernes Santo ¿no vamos hacer nosotros algo en su nombre?

3.- Cuida la gran obra maestra de Dios: la resurrección. Que se note que eres hijo de la Iglesia. Que estás impregnado por la fuerza del Espíritu. San Pablo nos lo recordó sencillamente “Estad alegres en el Señor”

4.- No te quedes de brazos cruzados. Haz algo por promover, en el sendero de la vida, el camino de las bienaventuranzas. Con la sencillez, la verdad, la justicia, la paz o la fortaleza, irás trazando tu propio camino de salvación.

5.- En medio de las dificultades sé fuerte, sé valiente. No tengas miedo en manifestar públicamente tus convicciones. La luz, para los que están acostumbrados a vivir en una caverna, siempre hiere y molesta.

6.- Procura ir al encuentro del Señor. No lo busques en sepulcros cerrados. En la vida de las personas, en los pobres, en los tristes, en los que necesitan una palabra de aliento….puedes toparte con Jesús.

7.- No pierdas la esperanza. Aunque te aturdan ciertos acontecimientos. Aunque creas que “no está de moda el creer”. Permanece fiel en aquello en lo que fuiste bautizado: Jesús Hijo de Dios, muerto y resucitado.

8.- La fe no es fácil. Nunca lo ha sido. La Pascua te puede ayudar, con el testimonio de los Apóstoles, a recuperar el brillo de tu esperanza, la alegría de tu fe. Contrasta tu fe con alguien.

9.- Mira al mundo y mira a Dios. Mira al cielo y no olvides la tierra. La resurrección de Cristo pone delante de nuestros ojos las lentes del optimismo y del futuro: otra ciudad nos espera. Merece la pena creer, vivir y seguir a Cristo.

10.- Contagia tu fe. ¿Cuánto hace que no hablas de tu ser cristiano con los demás? Proclama lo que tienes dentro. No te avergüences de modelar tus criterios, tu familia o tu trabajo desde y con el Evangelio.

 

LOS EMBUDOS Y LA VIDA.

Por David Llena

Seguramente influenciado por S. Pablo, siempre he visto el caminar hacia Dios como una carrera, todos partimos desde una línea de salida y todos avanzamos hacia adelante. En principio como en las carreras cada uno tiene su “calle” por la que avanzar, pero pronto podemos cambiar y elegir otra calle para continuar nuestra carrera en esta vida. Pero en esta vida las líneas que delimitan esas calles no son paralelas. Son más parecidas a los embudos.

Hay veces, la mayoría, en que comenzamos por una calle amplia donde cabe mucha gente, donde todos podemos entrar sin esfuerzos y apreturas, pero esa calle se va estrechando y comenzamos a sentirnos apretados por todos lados, los que van delante ralentizan la marcha o se paran y no podemos avanzar. Otras veces, elegimos calles más arduas y estrechas y tras un caminar solitario y casi a oscuras, vamos descubriendo otra gente que como nosotros eligió esa estrecha calle y ahora al irse ensanchando, nos encontramos más cómodos y la luz llega con más intensidad y todo es más fácil.

Los caminos en esta vida son como los embudos, es fácil elegir la parte ancha, pero estos caminos llevan a la perdición. Dichosos aquellos que encuentran un embudo por la parte estrecha si entran por él descubrirán cómo, tras un pequeño andar con estrecheces (purificaciones), el camino se va aliviando.

Ya nos lo dijo Jesús: “esforzaos por entrar por la puerta estrecha”. Por la puerta de la humildad, por esa puerta que para entrar hay que dejar fuera muchas cosas. Así podemos ir recogiendo cosas por el camino. Con las manos vacías nos resultará más fácil tenderla a los demás, enriqueciendo sus vidas y la nuestra. Sin las pesadas alforjas de este mundo nuestros hombros estarán más libres para cargar con la cruz de Cristo. Tras el camino de la Pasión y muerte llegará la resurrección y la Vida.¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN! 

Una comunidad

 

Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.

Cuando, habla de Jesús y no de sus reuniones.

Cuando anuncia a Jesús y no se anuncia a sí misma.

Cuando se gloria de Jesús y no de sus méritos.

Cuando se reúne en torno de Jesús y no en torno de sus problemas.

Cuando se extiende para Jesús y no para sí misma.

Cuando se apoya en Jesús

y no en su propia fuerza.

Cuando vive de Jesús y no vive de sí misma...

 

Una comunidad dice mucho cuando es de Jesús.

Una comunidad dice poco

cuando habla de sí misma.

Cuando comunica sus propios méritos.

Cuando anuncia sus reuniones.

Cuando no da testimonio de su compromiso.

Cuando se gloría de sus valores.

Cuando se extiende en provecho propio.

Cuando vive para sí misma.

Cuando se apoya en sus fuerzas...

 

Una comunidad no se tambalea por los fallos,

sino por la falta de fe.

No se debilita por los pecados,

sino por olvido de Jesús.

No se queda pequeña por carencia de valores,

sino porque Jesús dentro de ella es pequeño.

No se ahoga por falta de aire fresco,

sino por asfixia de ausencia de Espíritu de Jesús.

Una comunidad sólo se pierde

cuando ha perdido a Jesús.

Una comunidad convence y llena

cuando es la comunidad de Jesús.

 

Una comunidad es fuerte,

cuando Jesús dentro de ella es fuerte.

Una comunidad pesa,

cuando Jesús dentro de ella tiene peso.

Una comunidad marcha unida,

cuando Jesús está en medio.

Una comunidad se extiende,

cuando extiende a Jesús.

Una comunidad convence y llena,

cuando es la comunidad de Jesús.

Sí quieres MEDITAR sobre la Pascua y sobre desitintos aspectos de la fe y de la vida copia este enlace y te será de gran utilidad.

http://www.mercaba.org/FICHAS/Meditacion/CARTEL_MEDITACIONES.htm

Hijos de al Resurrección 
(De Monseñor Fernando Sebastián, tomado de Libertad Digital)
 
Desde hace días me ronda por la cabeza escribiros cuatro palabras sobre la experiencia pascual. Aunque nos llame un poco la atención, este título es una buena forma de llamar a los cristianos. Hijos de la Resurrección es lo que somos. En nuestra mentalidad actual, los cristianos no tenemos suficientemente en cuenta la resurrección de Cristo. Decimos y repetimos que la resurrección de Jesús es la fiesta más importante del año, pero tengo la impresión de que no logramos integrar esta afirmación en nuestra conciencia personal, y por tanto tampoco en la verdad de nuestra vida. Yo intento explicármelo así.
 
Comenzamos a ser cristianos por nuestra fe en Cristo, reconocido como Hijo de Dios encarnado, muerto por nuestros pecados y resucitado para nuestra salvación. Una fe, por supuesto, profesada con la Iglesia, sellada y confirmada por los sacramentos. Esta fe es una estrecha relación personal con el Cristo real que, ahora, es el Cristo resucitado, sentado a la derecha del Padre y constituido Señor de vivos y muertos.
 
 
Creer en Cristo resucitado es unirse espiritualmente con El, aceptar que esté presente y actuante en nosotros, dejarnos llevar por su Espíritu, participar de su vida de Hijo de Dios resucitado. Por eso, en virtud de esta unión con El, somos ya ciudadanos del Cielo, vivimos anticipadamente la verdad de la resurrección, estamos espiritualmente con El junto a Dios. Lo dice así San Pablo bendito: nuestra vida, lo que realmente vivimos los cristianos, está con Cristo junto a Dios. Esto ahora no se ve, pero un día se verá.
 
Y ¿cómo es esta vida que compartimos con Cristo resucitado? En primer lugar vida de hijos de Dios, hijos pequeños, hijos adoptivos, pero hijos verdaderos, que estamos ya en regazo de Dios, nuestro Padre, recibimos su vida, disfrutamos de su amor y deseamos vivir del todo en su presencia. No olvidemos que la esperanza es un deseo, un deseo fuerte y eficaz. Esperar la vida eterna es desearla, orientarnos hacia ella, ir acercándonos cada día a ella por la escalera del amor y de las buenas obras.
 
Los cristianos vivimos unidos a Cristo resucitado por la fe y el amor, junto a Dios, compartimos su vida de resucitado. La vida de Jesús resucitado, que compartimos con El, la podemos resumir en dos actividades fundamentales: la alabanza y el amor. Alabar a Dios, disfrutar de su bondad y de su belleza y ayudar a los demás, quererles, ayudarles a vivir en la verdad, en esta verdad definitiva que es la vida con Cristo en Dios. Todo lo demás es secundario, relativo, pasajero.
 
Mientras estamos en este mundo, la suprema sabiduría, la vida verdadera consiste en ver y vivir la verdad de las cosas desde esta hondura de la vida con Dios en Cristo. Ver desde ahí cada momento, cada circunstancia, cada actuación o relación, alegría o sufrimiento que nos toca vivir. Verlo todo y valorarlo todo desde esta perspectiva que es la perspectiva última y definitiva de nuestra vida, de modo que la esperanza de la vida eterna vaya de verdad guiando y configurando nuestra vida, nuestros hechos, nuestras preferencias, el empleo de nuestro tiempo, el destino de nuestros bienes, el ejercicio de nuestras facultades. El amor a Jesús, la devoción a la Virgen María y a los santos nos ayudan a vivir en esta perspectiva de resurrección.
 
Esto es lo que quiere decir San Pablo cuando dice que somos criaturas nuevas, que hemos nacido a una vida nueva, que hemos pasado de la muerte a la vida. Esta es la “vida nueva” a la que hemos nacido por fe y el bautismo. Y esto es lo que quería decir Jesús cuando decía que “hay que nacer de nuevo”. Creer en Cristo, bautizarse en el nombre de la Santa Trinidad, es esto, comenzar a vivir teniendo el corazón en el Cielo, con Cristo, en Dios, y, como consecuencia, vivir las cosas de este mundo en continuidad con esta comunión espiritual con Dios que es la verdad de su Reino que nos ha llegado con Cristo.
 
Nuestra tendencia natural, en la cual continuamos viviendo aun después del bautismo, mientras no nos convirtamos de verdad, es muy diferente. Vivimos en este mundo como si fuera nuestra morada definitiva, nos dejamos envolver y dominar por las cosas y los acontecimientos de este mundo como si fueran definitivos. Y luego, si somos creyentes, dejamos una puerta abierta por si acaso. No es así. Creer en Jesucristo supone y requiere dar el salto por encima de esta vida y de este mundo, dejarlo atrás, es decir, morir a esta forma de vida, y situarse de corazón en la vida celestial, junto a Dios, con Cristo, para luego vivir desde allí, en oración y caridad, toda las oportunidades de este mundo.
 
Os dejo unos textos para meditar: Jesús, en la hora de la despedida, nos dice que nos va a enviar el Espíritu Santo, y que cuando llegue ese momento “comprenderéis que yo estoy en el Padre, vosotros en mi y yo en vosotros” (Jn 14, 20); “Te pido que todos sean uno. Padre, lo mismo que tú estás en mi y yo en ti, que también ellos estén unidos a nosotros… Padre, yo deseo que todos estos que me has dado puedan estar donde esté yo… para que el amor con que me amaste esté en ellos y yo mismo esté también en ellos” (Jn 17, 24-26). “Si habéis resucitado con Cristo vuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Pensad en las cosas de arriba, no en las de la tierra… revestíos del hombre nuevo… revestíos del amor que es el vínculo de la perfección” (San Pablo en Carta a los colosenses, 3, 1-3. 10.14). “Así el mundo podrá creer que tú me enviaste” (Jn 17, 21).
 
Esta experiencia tiene que ser el punto central de nuestra fe y de nuestra vida, ésta es la mística del cristianismo, lo que le da fuerza, de donde tiene que nacer todo lo demás. Hay que vivir esta intimidad para luego poder ser testigos de la verdad de Dios ante los demás. Quien no ha sentido la fuerza expansiva y creadora de esta experiencia fundante no podrá ser nunca verdadero testigo ni verdadero apóstol.
 










CUARESMA

Decálogo Cuaresmal

El tiempo de Cuaresma es un momento de especial preparación interior este decálogo cuaresmal que puede ser una buena guía para cumplir con este propósito
 
 
Decálogo Cuaresmal
 
1. Romperás de una vez por todas con lo que tú bien sabes que Dios no quiere, aunque te agrade mucho, aunque te cueste “horrores” dejarlo. Lo arrancarás sin compasión como un cáncer que te está matando. “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida? (Mc 8, 36)
 
2. Compartirás tu pan con el hambriento, tus ropas con el desnudo, tus palabras con el que vive en soledad, tu tiempo y consuelo con el que sufre en el cuerpo o en el alma, tu sonrisa con el triste, tu caridad con TODOS. Examinarás esto con cuidado cada noche. "En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis." (Mt 25, 40)
 
3. Dedicarás un buen tiempo todos los días para estar a solas con Dios, para hablar con Él de corazón a Corazón. Será un tiempo de agradecer, de pedir perdón, de alabarle y adorarle, de suplicar por la salvación de TODOS. Este tiempo no es negociable. “Sucedió que por aquellos días se fue él al monte a orar, y se pasó la noche en la oración de Dios.” (Lc 6, 12)
 
4. Confiarás en Dios a pesar de tus pecados y miserias. Creerás que Dios es más fuerte que todo el mal del mundo. No permitirás que ni dolor, ni pesar alguno, ni “tu negra suerte”, ni las injusticias y traiciones sufridas te hagan dudar ni por un momento del amor infinito que Dios te tiene. Él ha muerto en cruz para salvarte de tus pecados. “Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo; tu vara y tu cayado, ellos me sosiegan.” (Sal 23, 4)
 
5. Mirarás sólo a Dios y a tus hermanos. Mirarte tanto te hace daño, porque te envaneces viendo los dones que nos son tuyos o te desalientas viendo sin humildad tus miserias. Mira a Jesús y habrá paz en tu corazón. Mira las necesidades de tus hermanos y ya no tendrás tiempo de pensar en ti; te harás más humana, más cristiana. “Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra.” (Col 3, 1-2)
 
6. Ayunarás de palabras vanas: serás benedicente. Ayunarás de malos pensamientos: serás pura de corazón. Ayunarás de acciones egoístas: serás una mujer para los demás. Ayunarás de toda hipocresía: serás veraz. Ayunarás de lo superfluo: serás pobre de espíritu. “¿No será más bien este otro el ayuno que yo quiero: desatar los lazos de maldad, deshacer las coyundas del yugo, dar la libertad a los quebrantados, y arrancar todo yugo?” (Is 58, 6)
 
7. Perdonarás una y mil veces a quien te ha herido, con causa o sin ella, justa o injustamente, esté arrepentido o no. Un perdón que no será sólo tolerar o soportar sino que ha de brotar del amor sincero y sobrenatural. Los perdonarás uno por uno, primero en tu corazón y luego, si te es posible, también con tus palabras. No permitirás que el rencor ni el resentimiento envenenen tu corazón. “Padre, perdónales, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34)
 
8. Ofrecerás sacrificios agradables al Señor. Los harás en silencio, sin que nadie se dé cuenta. Buscarás con ello reparar por tus pecados y los de TODOS los hombres. Querrás con ello desprenderte de las cosas materiales, que tanto te agradan, para poder hacerte más libre y ser una mujer para Dios. Pero sobre todo ejercerás el sacrificio de vivir con perfección la caridad en todo momento con TODOS tus hermanos. “No os olvidéis de hacer el bien y de ayudaros mutuamente; ésos son los sacrificios que agradan a Dios.” (Heb 13, 16)
 
9. Amarás la humildad y procurarás vivirla de la siguiente manera: reconocerás tus pecados; considerarás a los demás mejores que tú; agradecerás las humillaciones sin dejarte arrastrar por el amor propio; no buscarás los honores, ni los puestos, ni el poder, ni la fama, que todo eso es de Dios; te harás servidora de todos. “el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será esclavo de todos”. (Mc 10, 43-44)
 
10. Anunciarás a los hombres la verdad del Evangelio. Les dirás sin temor que Dios los ama, que se ha hecho hombre por ellos y ha muerto en la cruz para salvarlos. Les mostrarás que sólo Él los puede hacer plenamente felices. Les harás ver que la vida que tiene su origen en Dios, es muy corta, se pasa rápido y que Dios es su destino final; vivir por Dios, con Dios y en Dios es lo sensato y seguro. “Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación» “ (Mc 16, 15)



ORACION DE CUARESMA
Señor;
Un año más me convocas al ascenso hacia la PASCUA. Soy consciente de que, tal vez, me encuentras con las mismas dudas y batallas del año pasado:
¡Perdóname, Señor!
Quisiera rezar, y siempre encuentro mil excusas, sacrificarme, y me digo que son cosas del pasado, darme generosamente, y pienso que tal vez, algunos, se aprovechen de mi buena voluntad.
 Pero, Tú, Señor
Sales a mi encuentro, para levantarme de nuevo y recuperar las ganas de creer y de vivir en Ti. Sales a mi paso, para que mirándote a los ojos, descubra que merece la pena seguirte. Caminas hacia el calvario, para hacerme entender que la vida es grande cuando, al igual que la tuya, se ofrece por salvar y garantizar una vida eterna a los demás.
 ¡Ayúdame, Señor! En esta peregrinación hacia la Pascua:
Que tu Palabra no falte en mi equipaje, para conocerte
Que el ayuno, sea un arrullo de tu presencia
Que mi caridad, florezca sin demasiado ruido
Que mi oración, brote espontáneamente
Para nunca, por ella, dejar de buscarte y de tenerte.
 
¡Ayúdame, Señor!
A comprender que este tiempo al que tú me invitas es oasis de meditación y de paz de vuelta de los malos modos o ásperos caminos y de encuentro con el gran olvidado: DIOS. Y, si en algún momento, yo me olvido de esto, Señor; remueve mis entrañas y mi memoria para que nunca olvide o deje en el tintero tantos momentos de tus dolores y sufrimientos en rescate del hombre.
Amén

Si tienes tiempo continúa, sino, entra en otro momento:

 

Fichando DIOS:

O
s escribo lo que leí hace pocos días en una revista. No  necesita explicación.
 
Un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía. Al pasar por el altar decidió quedarse cerca para ver quién había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta, y el sacerdote frunció el ceño al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba sin afeitar desde hacía varios días, vestía una camisa reída, traía el abrigo gastado, cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía, entraba en la iglesia, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir.

El sacerdote, un poco temeroso, empezó a sospechar de que se tratase de un ladrón, por lo que un día se puso a la puerta de la iglesia y cuando el hombre se disponía a salir le preguntó:
Fichando DIOS:

O
s escribo lo que leí hace pocos días en una revista. No  necesita explicación.
 
Un sacerdote estaba dando un recorrido por la iglesia al mediodía. Al pasar por el altar decidió quedarse cerca para ver quién había venido a orar. En ese momento se abrió la puerta, y el sacerdote frunció el ceño al ver a un hombre acercándose por el pasillo. El hombre estaba sin afeitar desde hacía varios días, vestía una camisa reída, traía el abrigo gastado, cuyos bordes se habían comenzado a deshilachar. El hombre se arrodilló, inclinó la cabeza, luego se levantó y se fue. Durante los siguientes días el mismo hombre, siempre al mediodía, entraba en la iglesia, se arrodillaba brevemente y luego volvía a salir.

 

- ¿Qué haces aquí?

El hombre dijo que trabajaba cerca, y tenía media hora libre para el almuerzo, y aprovechaba ese momento para orar.

- Sólo me quedo unos instantes, sabe, porque la fábrica queda un poco lejos; así que sólo me arrodillo y digo: 'Señor, sólo vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces cuando me liberas de mis pecados; no sé muy bien orar; pero pienso en ti todos los días, así que, Señor, éste es Jim fichando.

El sacerdote, sintiéndose un tonto, le dijo a Jim que estaba bien, y que era bienvenido a la iglesia cuando quisiera. El sacerdote se arrodilló ante el altar como nunca lo había hecho. Sintió dentro que su corazón se derretía con el calor del amor, y encontró a

Dios. Mientras las lágrimas corrían por sus mejillas, en su corazón repetía la plegaria de Jim: "Sólo vine nuevamente para contarte cuán feliz me haces cuando me liberas de mis pecados. No sé muy bien orar, pero pienso en ti todos los días. Así, que, Señor, aquí estoy yo fichando".

Cierto día, el sacerdote notó que el viejo Jim no había vuelto. Los días siguieron sin que Jim volviese para orar, por lo que el párroco comenzó a preocuparse. Hasta que un día fue a la fábrica a preguntar por él.

- Allí le dijeron que estaba enfermo, que pese a que los médicos estaban muy preocupados por su estado de salud, todavía creían que tenía posibilidad de sobrevivir. La semana que Jim estuvo en el hospital trajo muchos cambios, él sonreía todo el tiempo y su alegría era contagiosa. La enfermera jefe no podía entender por qué Jim estaba tan feliz, ya que nunca había recibido ni flores ni tarjetas ni visitas.

El sacerdote se acercó al lecho de Jim con la enfermera, y ésta le dijo mientras que Jim escuchaba:

- Ningún amigo ha venido a visitarlo; él no tiene a quién recurrir.

Sorprendido, el viejo Jim dijo con una sonrisa:

- La enfermera está equivocada; ella no puede saber que todos los días, desde que llegué aquí, a mediodía, un querido amigo viene, se sienta aquí, en la cama, me coge las manos, se inclina sobre mí y me dice: "Sólo vine para decirte: Jim, cuán feliz fui desde que encontré tu amistad y te liberé de tus pecados.

Siempre me gustó oír tus oraciones. Pienso en ti cada día. Así que, Jim, éste es Dios fichando".

 






 

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